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jueves, 13 de mayo de 2010

El valor antropológico de la imagen


Por Ricardo Ramírez


La imagen, tanto como la palabra escrita o hablada, puede ser el vehículo de todo poder y toda ideología. Una fotografía puede entregar una información antropológica-histórica de niveles invaluables. Todo esto se confirma al visitar la exposición Historia de Chile a través de la fotografía, que se encuentra abierta desde el 30 de abril y hasta el 27 de junio en el Museo Nacional de Bellas Artes. La muestra contiene fotografías que fueron obtenidas desde la década de 1840 –tiempo del desembarco de la fotografía en nuestra tierra− hasta el año 2010.

Algunos nombres de fotógrafos que se repiten son: Rafael Castro, Emilio Chaignau, Félix Leblanc, Abel Alexander, William Helsby, Rodrigo Gómez, Luis Weinstein, Luis Ladrón de Guevara y muchos otros que, por motivos de espacio, no viene al caso mencionar.

A lo largo de la exposición, que contiene 200 imágenes, se repiten temas como las catástrofes naturales, las guerras y los simulacros de poder de los gobiernos de turno. Importante se hace la presencia de fotografías de cambios de mando y elecciones presidenciales, ahí donde la grandilocuencia y abundancia de la ostentación del poder se transforma en la única manera de tapar el vacío que este de suyo contiene en un país que parece nunca alcanzar la modernidad prometida.

Por otro lado, los retratos. Aquellas piezas artísticas en las que el fotógrafo logra acercarse al espíritu del retratado tienen una presencia considerable. Durante fines del siglo XIX y comienzos del XX, aparecen las fotografías de las familias adineradas del Santiago republicano. La imagen, como factor de diversión, aún era patrimonio único de aquellos que podían pagar su valor. Conforme pasa el tiempo aparecen los retratos de las figuras destacadas: políticos, intelectuales, artistas.

En la muestra también existen fotografías de pueblos originarios y paisajes indómitos de un Chile que aún no alcanzaba la plena industrialización. Sin embargo, pasan los años y los espacios se transforman en grandes ciudades y personas que pululan por la vía pública. La economía del país comienza a afirmarse y la fotografía es la encargada de mostrar el progreso; el crecimiento; la modernización que, aunque sólo en los instrumentos, tanto enorgullece.

Así, los temas son muchos y las fotografías también. Visualmente, la exposición es un placer. Conectarse con las formas, los colores y las texturas del ayer es un regalo que la fotografía es única en entregar. Simbólicamente es también todo un gusto. Conocer la vida del pasado y comprender los fenómenos que antes nos afectaban son elementos que cualquier persona que quiere entender su mundo actual, no puede ignorar. Sobre todo para comprender los sedimentos, los entramados culturales que nuestra historia arrastra desde el pasado.

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